martes, 11 de noviembre de 2014

DÍA 58: 25/ 10/ 2014 Cerdanyola del Vallès (Plz. Abat Oliva)

Sábado por la mañana. Me levanto, me visto, cojo mis trastos y vuelvo a la carga. Llego a la plaza Abat Oliva con las legañas en los ojos pese a que no se puede decir que haya madrugado. La plaza Abat Oliva da inicio a la C/ San Ramón y en ella se encuentra el Ayuntamiento y la principal Iglesia del pueblo. Me preparo a unos diez metros de un stand de Podemos. Mientras toco se dedican a repartir panfletos de la nueva formación política e intentan que la gente se implique en el proceso de creación del partido. Podemos llega como soplo de aire fresco para las clases trabajadoras que ya están hartas de que las estafen. Pese a ello mantengo la prudencia antes de pronunciarme sobre una formación que aun no sabemos por donde saldrá. Cierto es que algunas de sus propuestas, sobretodo en un tema de organización interna, me agradan. Cierto es que no me gustan los mesías, ni si quiera cuando llevan coleta y hablan de forma coherente. Cierto es también que muchas de las mismas cosas que ahora dice Podemos llevan mas de treinta años diciéndolas Izquierda Unida y nunca han gozado de la confianza de la gente. Temo que el éxito de Podemos no radique en sus propuestas sino en una estrategia y un marketing que nadie les puede negar que saben hacer. Por todo eso puedo llegar a simpatizar pero me lo veo todo desde fuera a la espera de acontecimientos mas clarificadores. Por ello declino la oferta de inscribirme de uno de ellos. Cuando voy por la segunda canción una voluntaria de Podemos se acerca y me echa unas monedas mientras me dice que soy amigo de su hijo. La verdad es que no tengo ni idea de quien es ella ni de quien es su hijo pero le sonrío y le doy las gracias. En la plaza de la Iglesia siempre hay mucha gente pero por regla general no suele ser especialmente rentable. La calle San Ramón estrecha el caudal de transeúntes lo cual es muy positivo para mi bote. En este tiempo he comprobado que la gente es bastante perezosa a la hora de echarte una moneda. Si les caes de camino y les gusta se echaran la mano al bolsillo en busca de ese excedente de monedas para echarte en el bote pero si les caes a tres o cuatro metros no esperes que se acerquen. Por esta razón las veces que he tocado en la plaza me he sentido algo ignorado y por ello prefiero la calle San Ramón. La plaza suele estar llena de niños jugando por la tarde lo cual es gratificante porque los niños siempre te dedican un poco de atención. Lo malo de esto es que por mucho que les gustes a los niños sus padres están lejos y no sienten ninguna presión por parte de su descendencia para doblar el espinazo hacia el bote. Algunos creo que hasta se alegran de tener a alguien que entretenga a los niños mientras ellos marujean con otros padres, y ¡gratis!, ¿que mas se puede pedir?. Pese a todo me divierte tocar para los niños y hoy tengo un pequeño público de lujo. Mientras ellos me miran y alguno baila, los transeúntes se acercan a echarme en el bote mas de lo que cabía esperar estando aquí. Parece que mi público también provoca simpatías ante la gente y ello hace que los que normalmente no hubieran andado tres metros para acercarse a mi hoy si que lo hagan. Aparece un hombre de mediana edad mientras los niños van desapareciendo y el sol llega a lo mas alto mientras el reloj da mas de las dos de la tarde. El hombre me anima, me echa unas monedas, palmea y me felicita. Me escucha durante tres temas, que teniendo en cuenta cuanto los alargo en la calle es un rato considerable, y se despide diciéndome que nos vemos otro día donde vaya con mas tiempo para poder escucharme. Le doy las gracias y me despido entre soplido y soplido de la armónica. Acabo y recojo. Mientras estoy contando aparece una niña muy simpática y me da un euro para que lo sume a lo que estoy contando. Le doy las gracias y la niña sale corriendo hacia sus padres a quienes también les dedico una sonrisa. Vuelvo a casa con 21,84€ y un hambre atroz.


¡¡¡Nos vemos en las esquinas!!! 

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