martes, 21 de octubre de 2014

DÍA 50: 28/ 08/ 2014 Blanes

Cojo el tren dirección Blanes junto a Mónica y Jordi. Largo es el camino a Blanes pero la compañía es grata. Al llegar nos reunimos con Casimiro y tras una cerveza y unas risas nos vamos hacia el paseo marítimo. Allí nos encontramos con Dolors y nos sentamos en una de esas terrazas de bar para guiris que abundan a orillas del Mediterráneo. Lo primero que nos deja alucinados es que la camarera al tomarnos nota nos alerta de que hay que pagar cuando traen los platos. Pese a lo poco educado hay dos razones de peso para ello. La primera es que, como nos confirma la camarera, muchos clientes aprovechan la playa para desaparecer sin abonar la cuenta. La segunda la descubrimos cuando nos traen los platos. Tras una ingesta decepcionante, pero una agradable comida, Jordi y yo decidimos pegarnos un baño al que mas tarde se une Casimiro. Monica, Jordi, Casimiro y Dolors se dirigen hacia el centro en busca de un bar mas enfocado a nativos que a guiris y yo recorro el paseo de Blanes buscando un lugar donde ponerme a tocar.


En la playa de Blanes hay una roca enorme. Un montículo de piedra de varios metros de altura. Avanzo por el paseo y llego a un tramo lleno de tenderetes. Encuentro un hueco entre dos de ellos, monto y empiezo a tocar. En la segunda canción llega un chica y empieza a montar un tenderete a mi lado. Se espera amablemente a que acabe la canción y cuando lo hago le pregunto si le molesto donde estoy. Me contesta que si y que a mi otro lado también pondrán otro tenderete pero me informa que lo ponen a partir de una rendija del alcantarillado que hay en el suelo. Le agradezco la amabilidad y me pongo en el hueco que queda entre la  parada y la rendija. Toco una canción mas y al poco de comenzar la cuarta canción de la tarde aparece la dueña del otro tenderete. Mientras que toco y con poca simpatía me dice que me tengo que apartar porque tiene ese sitio reservado. Mientras sigo tocando le digo que acabo la canción y me muevo. Me pone mala cara y se aleja. Viene su marido. Escucho como ella le dice "ya se lo he dicho" tras lo cual el hombre se gira y me lo repite lo cual me enerva bastante. Le contesto educadamente y de idéntica forma que a su mujer y se aleja. Podría haber cortado la canción mucho antes pero la alargo casi cinco minutos mas. Nunca me han gustado las imposiciones y ante sus miradas quise dejarles claro que me movería cuando yo lo decidiera, mas teniendo en cuenta que el resto de la tarde ese hueco siguió vacío. Acabe la canción y me senté en el muro justo delante de la parada. Me pareció entender que mi presencia les entusiasmaba y no quise irme. Con buena educación se consiguen mas cosas en esta vida... Al cambiar de sitio solo hay un par de monedas de veinte céntimos. El cambio de lugar mejora bastante mi situación. Parece que desde aquí se me ve mas. Hay ratos en los que no cae nada y momentos en el que el sonido de una cascada de pequeñas monedas alegra mis oídos. Cuando empiezo la ultima canción aparecen Mónica, Jordi, Casimiro y Dolors que disfrutan del Blues Predicador de Luis Luque. Me cae un cigarro de Mónica en el bote y poco después acabo mi recital con 9,14€ en el bote junto al cigarro. No es gran cosa pero al menos ha ido algo mejor que ayer en Sitges y he pasado un día mas que agradable que era el objetivo principal.

Nos despedimos de Casimiro y Dolors y Mónica,Jordi y yo iniciamos el largo viaje de vuelta a casa. En el primer tren nos encontramos con un grupo de chavales de procedencia africana muy gritones. Al principio creímos que se estaban discutiendo aunque finalmente parecía que todos eran amigos. A este grupo se le unió al poco un grupo de chavales magrebís muy jóvenes de no mas de 15 años. Los chavales se colgaban por todo el tren, corrían de un lado a otro y le vacilaban a algún que otro pasajero. Apunto estuve de llamarles la atención pero lo último que quería es acabar el día teniendo que llegar a las manos con un grupo de niños. El viaje fue así durante mucho rato. Cuando por fin ambos grupos se bajaron y se respiro un poco de tranquilidad y estábamos comentando lo ocurrido con el pasajero de al lado apareció uno de esos grupos de guardias de seguridad en formación casi militar y no pudimos mas que echarnos a reír. Bromeamos con que tenía que ser una cámara oculta. Si es que siempre llegan cuando se les necesita...  Si todo esto pudiera suscitar cualquier sentimiento racista en el lector habré de rebatirle porque para colmo volvimos a vivir una situación similar en el tren que nos trajo de plaza Cataluña a Cerdanyola con chavales de nacionalidad española. Ni la estupidez ni la mala educación entienden de razas.

¡¡¡Nos vemos en las esquinas!!!

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