miércoles, 12 de marzo de 2014

DÍA 16: 07/ 03/ 2014 Barberà del Vallès

Por fin es viernes. Llego a Barberà. Bajo en la estación, sigo recto y llego a lo que si no me equivoco es la plaza del ayuntamiento. Hay un parque infantil, una plaza amplia, una vieja iglesia.... El sitio parece agradable. No hay mucha gente paseando pero hay una buena multitud de niños que corretean salvajemente liberados de sus imposiciones escolares. Escojo mi rincón y empiezo a montar. Es sacar la guitarra y los primeros niños empiezan a acercarse curiosos. Cuando lo tengo todo listo tengo un pequeño grupo de niños delante. Inquietos me preguntan mis intenciones y reciben mis respuestas con satisfacción. Tengo al grupo pegado a mi y les pido un poco de espacio para poder empezar. Tendré que pelear mi espacio vital y reclamar un poco de sitio al finalizar cada tema. El bote de las propinas se hará invisible continuamente rodeado por la chavaleria. 
Al finalizar cada tema aplauden. El primer niño llega corriendo con unos céntimos y me los echa mientras se encarga de que cada uno de los niños se enteren de lo que me ha echado. Esto causa cierta reacción en algunos niños que se van corriendo. Van regresando interrumpidamente y me van echando en el bote tras, imagino, haber atracado a sus padres. Mientras que toco algunos me hacen continuas preguntas. Una de las niñas se encarga de interpelarlos diciéndoles que las preguntas cuando acabe la canción, cosa que agradezco. Entre canción y canción contesto las preguntas que soy capaz de responder. Me preguntan de todo y por todo sin ningún tipo de complejo ¿tienes novia? ¿estas casado? ¿tienes hijos?... Hay una cuestión que los trae de cabeza y crea cierto debate. Me preguntan pero no se como responderles. ¿Eres rico o pobre? Trato de hacerles ver que no soy un vagabundo pero para nada soy rico y ni remotamente quiero que lo piensen. 
Hay dos niños que me hacen especial gracia. Uno de ellos por su tranquilidad y por la educación y buenos modales que demuestra al preguntarme. Es un niño maduro e inteligente y el que mejor entiende mis respuestas. El otro porque incluso se enfada con sus colegas por ser tan pesados. Es el único que tiene suficiente vista como para ver que en algunos momentos me agobian un poco y me siento saturado. 

Según pasa la actuación van y vienen. A ratos incluso me dejan solo. Aun así ningún adulto se acercara a mi en toda la tarde. De repente a los niños les da por arrancar flores y echarlas en el bote y sobre un servidor. Mientras, yo voy pensando en acabar pese a que disfruto de la compañía. Llega un policía municipal motorizado y me dice que no puedo tocar. Al preguntarle que si en Barberà hay ordenanza sobre el tema me dice que si con una sonrisa en la cara que no me deja nada satisfecho. Tras dejarle claro que no me convence mucho su respuesta recojo y me despido de los chavales. Insisten en que me quite las gafas de sol. Como hace rato que no hay sol y ya he acabado de tocar acepto. Al quitármelas se ríen y me preguntan que por que tengo los ojos tan cerrados. Una niña me dice que estoy mejor con gafas. Pese a las criticas me divierte enormemente su falta de filtro. Al irme pregunto si se han divertido y parece haber unanimidad. 

Camino al bus especulo con la idea de que quizás en alguno haya conseguido sembrar algo. Este mundo necesita músicos sin vergüenza que amen lo que hacen. Ojala cierta semilla germine en alguno de ellos y crezca el monstruo de la música en su interior. Ese monstruo necesita nuevas almas de las que alimentarse.
Los bolsillos llenos de flores y 7, 18€. No es una gran recaudación pero teniendo en cuenta que es exclusivamente lo que han podido recaudar un grupo de niños moneda a moneda se me antoja un satisfactorio botín. 

Llego a la estación de tren. Renfe ya me ha estafado bastante y aprovecho la ausencia de seguratas. Dejo a Boogie cuidando de los trastos y salto. Desde dentro abro las puertas, cojo al perro y las cosas y paso al anden. Toda la estación me mira. Llega el tren y vuelvo a mi hogar.



¡¡¡Nos vemos en las esquinas!!!










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