Este fin de semana he decidido que saldré solo por las mañanas para no pasar tanto frío. Llego a las Fontetas pero el mercado esta algo mas muerto de lo que creía. El flujo de gente pasa por ambas aceras de la av. Primavera. En el lado del mercado hay un vendedor de ajos. En frente las mujeres de la familia, todos de etnia gitana, venden cebollas, limones y otras frutas y verduras. Opto por la acera del vendedor de ajos. Me siento al lado del puesto del vendedor de la Once, monto y empiezo. Nada mas empezar el vendedor de cupones sale de su caseta y me echa unas monedas. Finalmente creo que he escogido buen sitio ya que estoy en el trayecto de los transeúntes que cruzan el paso de peatones y hay momentos en los que el paso se llena de gente. Esto lo saben muy bien los vendedores gitanos y por eso están colocados a ambos lados de la calle. Empiezo a tocar mientras compito con los gritos de "¡ajo! ¡ajo a un euro!", gritos que acabo venciendo ya que el vendedor finalmente se rinde y me deja la esquina para mi solo. El resto de la familia seguirá vendiendo enfrente y de vez en cuando cruzan la calle, donde tienen aparcada la furgoneta, y entre miradas recelosas reponen el género. Este mes que entra tengo varios conciertos así que bajo con la lista preparada. A mi lado se sientan unas niñas que empiezan a hacerse fotos a ellas mismas. No puedo estar seguro pero creo que caigo victima de uno de esos selfies que tan de moda se han puesto. Aparece una señora que tras darle una primera croqueta al Boogie le deja toda la bandeja en el suelo. Boogie de un bocado arrasa con la bandeja y cuando consigo apartarlo instantes después solo queda una triste croqueta que, pasado un rato, me como la mitad y le doy la otra mitad al perro. Aparecen también un grupo de niños que me preguntan que si vivo de tocar. Cuando les contesto que entre semana tengo un trabajo "normal" me dicen pero no eres pobre ¿no? a lo que contesto que el dinero no me sobra y rico no soy pero que me apaño y uno de ellos me dice como todo el mundo por aquí. Ese aquí no se si se refiere al barrio o al pueblo pero razón no le falta al chaval. Sardañola es un pueblo obrero, por mas que se lleve años queriendo
cambiar esa realidad aunque solo sea estéticamente y ya se empiezan a ver cosas que jamas se habían visto en el pueblo. Hay mucha gente pasándolo mal y hay que tomar medidas, desde la ciudadanía ya que no se puede esperar nada de nuestros políticos. Por ello el domingo que viene día 1 de febrero he organizado el primer BLUES SUCIO CONTRA EL HAMBRE del que el próximo día daré mas detalles. Pasan también algunos conocidos como Sergio o Rafa del casal. También aparecen algunos familiares como mi santa madre, mi tía Rufi, mi tía Rosi y su pareja y mi tío Toni. Mi madre va acompañada de Nelo, su perro y Boogie se vuelve loco pegando botes para jugar con él. Acabo soltándolo y dándoselo a mi madre que espera a que acabe las últimas canciones del repertorio. Es mi madre también la que me dice que me esta sangrando la boca. La gingivitis hace tiempo que es mi compañera de viaje pero últimamente se esta agravando. Me han bajado tanto las encías que creo que acabaré perdiendo algún diente próximamente. Siempre me han sangrado en determinadas circunstancias, sobretodo cuando me lavo los dientes pero hace unos días que me sangran por que si. El aspirar la armónica no creo que ayude pero bueno... tampoco os quiero aburrir con mis problemas dentales. A mis encías sangrantes he de sumarle cierto dolor de cuello al acabar la actuación. Hoy he cantado mas de lo habitual, a viva voz y tratando de hacerlo bien, aunque eso siempre lo dejo a veredicto del respetable. No se cantar. Entonar con mi voz de pato es complicado y tampoco se sacar el aire del estomago y esas cosas que hacen los cantantes con lo cual me fastidio mas la voz ya que fuerzo la garganta. Lo curioso es que con la armónica si que suelo usar la respiración abdominal para no ahogarme aunque la verdad es que es mas gracias a la suerte y la casualidad que a la técnica. Acabo también con la muñeca resentida. Desde el esguince si la fuerzo mas de la cuenta acaba molestándome. Así que cuando Miguel, un curioso hombre que me dio repaso cuando era niño pese a no estar cualificado para ello y por lo que duró poco, me echa la última moneda estoy algo cascado pero orgulloso de haberlo dado todo en uno de mis mejores conciertos en la calle. El bote no dice lo mismo pero rara vez van acorde la calidad de lo tocado con el volumen de monedas. La calle ya me ha enseñado que puedes tocar mal e irte con mas de 30€ a casa igual que puedes tocar estupendamente y no recibir prácticamente nada. Hoy no es ninguno de esos casos extremos pero habiendo estado unas dos horas, habiendo estado según mi criterio muy bien y en un sitio transitado los 16,80€ se me antojan algo escasos. También hay que decir, volviendo al tema de antes, que las Fontetas es posiblemente uno de los barrios mas castigados por esta crisis con las que nos están ahogando así que bien mirado puedo estar contento y lo que si que estoy, como siempre, es agradecido a todas y cada una de las personas que reconocen mi labor dejando caer una moneda, una sonrisa o un amable comentario.
¡Nos vemos en las esquinas!
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